Que el futuro está en Oriente parece claro, y cinematográficamente hablando no iba a ser menos. Salvo honrosas excepciones, la vanguardia (y tiene narices que Godard con más de 80 años siga siéndolo), y buena parte de la calidad actual, está en el denominado nuevo cine asiático: Kim Ki-Duk, Wong Kar-Wai y el director de El sabor de la sandia Tsai Ming-liang, que con un extenso palmarés en todo tipo de festivales permanecía vergonzosamente inédito hasta hoy en nuestras pantallas.
El sabor de la sandia nos habla del amor y de la incomunicación de nuestra sociedad, ese sentirse solo en medio de la gran ciudad. Una ola de sequia, hace que el agua (metáfora del amor) se convierta en el bien más preciado. La protagonista se enamora de un actor de películas porno de ínfima calidad, el porno es tratado de forma triste, es el opuesto a lo que los protagonistas buscan. Visualmente fría, la película estalla con el colorido de los números musicales que remiten a los clásicos franceses de los 60 (Los paraguas de Cherburgo de Jacques Demy) y como no con la presencia constante y enigmática de las sandias: la escena inicial, a parte de reinventar el género erótico, es absolutamente antológica.
El sabor de la sandía es una de las apuestas formales y estéticas más interesantes de los últimos tiempos. Es en definitiva, una gran película, que como toda que se precie de ellos, sufre un goteo constante de espectadores espantados a lo largo de la proyección.
11 diciembre 2005
Viendo El sabor de la sandía (2005) de Tsai Ming-liang
Publicado por Zelig a las 14:12
Suscribirse a:
Enviar comentarios (Atom)
4 comentarios:
Aun recuerdo cuando el prolifico Zelig no habia descubierto el cine oriental al que ahora casi considera mesiánico y trataba a los pocos allegados al tema como pedantes y semi-snobs...cuantas vueltas da la vida...
Mi querido Bambú siento decirle que "Karaté a muerte en Torremolinos" (cuya calidad cinematográfica no le voy a discutir), y a pesar de la comprensible confusión que pueda generarle su título, no es una producción oriental y por tanto no puedo englobarla dentro de dicha etiqueta.
osea, que las sandías te ponen, no?
(sí, me he desprendido de unos cientos -de miles- de neuronas, que para este viaje no necesitamos alforjas)
Ojalá algunos actores (y no estoy mirando a Russell Crowe) fueran la mitad de expresivos que esta sandía.
Publicar un comentario