28 abril 2008

Sant Jordi 2008 + Reflexiones sobre "Chaplin en imágenes"

Queridos hermanos, con unos días de retraso les reporto las nuevas sobre el día de Sant Jordi: un año más, nadie se digno a entregarme una rosa, pero sí que mi adorada Mofletes me agasajó con un par de buenos libros: Los perros románticos, una antología poética de Roberto Bolaño, con la que voy ampliando mi biblioteca del autor chileno, y Sueños que no compra el dinero. (Balance y nombres del surrealismo) de Antonio Martínez Sarrión, un pequeño ensayo-balance del movimiento surrealista hermosamente editado por la que, seguramente, es la mejor editorial de este país, Pre-textos.

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Sobre la campana (el último día a última hora) me acerqué a ver la exposición "Chaplin en imágenes" que organizaba el CaixaForum. Estaba bien, como punto de entrada al mundo de Chaplin, pero no era nada más que eso. Participaba del tipo de exposiciones facilonas con cuatro fotos y carteles sobre inmesos plafones vacíos que demuestran igual desinterés tanto en los comisarios como en la organización.

Se echaba en falta saber algo más de sus inicios en Londres con la compañía Karno; de sus relaciones con los otros cómicos de la época; de la fundación de la United Artist con Douglas Fairbanks y Mary Pickford; del escándalo con William Randolph Hearst y el asesinato de Thomas H. Ince; de sus múltiples esposas; de Edna Purviance, actriz a la que pasó un sueldo vitalicio hasta su muerte; de la caza de brujas (tocado muy de pasada); de sus imitadores; de las leyendas de Charlie Rivel o Marcelino Arbés; de su bien argumentado rechazo al sonoro; de su destierro de Estados Unidos; de la relación con su última esposa, Oona O'Neill (hija del dramaturgo Eugene O'Neill que siempre se opuso a la relación de ella, mucho más joven que él); de sus años en Suiza; de su opinión sobre el mundo del cine, tantos años después, etc.

Todo esto, que se me ocurre a vuelapluma, es una lastima que no se haya desarrollado en una exposición trabajada y digna, como merece la figura, que no se quedara sólo en la anécdota. Para los que amamos el cine mudo, oportunidades perdidas como ésta nos resultan mucho más dolorosas.

20 abril 2008

Cosas que ver un domingo cuando estás de resaca

Como uno ya no tiene edad para estas cosas la mejor manera de pasar la mona es tumbado en el sofá viendo cosas que uno tiene pendiente mientras se jura y perjura que será la última vez.

Return to Glennascaul (1951): Es una pequeña joya, conocida como la historia de fantasmas de Orson Wells, de la que había oído hablar pero que era inencontrable, hasta que hace poco di con ella. Es un mediometraje: una película de dos rollos como la denomina Peter Bogdanovich en la presentación que hace del filme. Aunque según los créditos Wells sólo hace de actor, sí se nota su mano en la película (lo mismo que en El tercer hombre, y a diferencia de las vergonzosas películas europeas, muchas italianas, donde actuó unicamente para conseguir fondos para sus producciones). Filmada en un descanso del interminable rodaje de Otelo, y escrita y dirigida por uno de sus actores, Wells se interpreta a sí mismo conduciendo por una brumosa carretera cercana a Dublín y recogiendo a un hombre al que se le ha averiado el vehículo el cual le cuenta una extraña historia...

Around the World with Orson Wells: Madrid bullfight (ca. 1955): Wells dirigió una serie de pequeños documentales para la televisión británica donde viajaba por Europa mostrando las particularidades de cada lugar. Pese a todo, el capítulo dedicado a Madrid, que es el único que he podido encontrar, tiene escaso interés más allá de ver al propio Wells comentando una corrida de toros (de hecho esto es lo único que recoge el episodio). Me consta que, como mínimo, rodó otros en París y en el País Vasco, que tienen pinta de ser más interesantes.

Bowling for Columbine (2002): Reveo el espléndido documental de Michael Moore y sigo pensando que una de las opiniones más lúcidas es la que aporta Marilyn Manson, precisamente al que buena parte de la pacata sociedad americana culpó de las muertes.
Por cierto, es una vergüenza que a día de hoy siga sin estrenarse aquí su último documental Sicko, que muestra las miserias del sistema sanitario americano. De la misma forma que en Estados Unidos ha tenido tremendos problemas de distribución, parece que aquí también hay una mano negra que impide que llegue a las pantallas.

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Cuatro años después, mañana una puerta se cerrará para dar paso a otra. De la primera me llevo muchas cosas, quizá demasiadas, entre ellas un CD de Morrisey del que dejo abandonado aquí unos fragmentos:



Everyday is like Sunday...

08 abril 2008

De cómo Charlton Heston se convirtió en un poeta maldito. El mito de Bronwyn

La muerte de Charlton Heston se une a la sangría de otros grandes muertos recientemente como Richard Widmark o Rafael Azcona. Heston vivió sus últimos años envuelto en la polémica generada por su fervorosa defensa de la posesión de armas y sus posiciones conservadoras, curiosamente muy alejadas de las posiciones liberales y democráticas que defendía en su época de esplendor. Ese era el hombre, pero aquí (como dijo el gran John Ford en El hombre que mató a Liberty Valance) publicamos la leyenda.

Heston fue un actor de una enorme fuerza y presencia en pantalla, además de un gran intérprete, algo que a mi juicio siempre se le ha desmerecido. A las memorables, y grandiosas, supreproducciones bíblicas, Ben-Hur y Los diez mandamientos, hay que añadir que fue el productor y el actor principal de la que probablemente es la mejor película de Orson Welles, Sed de mal, y eso, señores, son palabras mayores.

El amigo americano también protagonizó un filme no muy conocido (y eso que es una excelente película), pero fundamental en la historia de nuestra poesía: El señor de la guerra. En este filme, Heston es un señor feudal que regresa después de batallar en las cruzadas a tomar posesión de un castillo -que creo que le es legado-, allí se enamora de una bella aldeana, Bronwyin, y ejerce su derecho de pernada, sublevando a sus vasallos. La película, a parte de la dureza con que trata el vasallaje, es bastante fiel en la recreación de la época y en el asedio a un castillo medieval.

La singularidad de este filme viene dada por el poeta Juan Eduardo Cirlot, un reconocido crítico de arte (miembro de Dau al Set) y experto en simbología y hermenéutica medieval de mediados del siglo pasado (murió en los setenta), que tras ver este filme quedó fascinado con el personaje de la aldeana (interpretado por la bellísima Rosemary Forsyth, una actriz que nunca hizo nada más reseñable). Cirlot, que era poeta oculto, dedicó desde ese día toda su obra poética a ella, concretamente al personaje interpretado por la actriz, es lo que se conoce como "el ciclo de Bronwyn".

La poesía de Cirlot, maldita durante muchos años, de carácter experimental, medievalista, arriesgada, compleja, permaneció oculta hasta hace pocos años. Hoy está perfectamente editada y es considerada una referencia ineludible en la poesía de la segunda mitad del siglo veinte, y creo que su importancia irá creciendo cada vez más con el curso de los años. A mí, personalmente, me encanta.