29 octubre 2007

Viendo Cassandra's dream (2007) de Woody Allen y El orfanato (2007) de J.A. Bayona

Allen sigue estando en plena forma; no puedo estar más de acuerdo con una columna que leía el otro día que criticaba las ganas que tiene cierta gente de enterrarle, como si no fuera posible que un hombre que ya debería estar gagá siga produciendo una gran película al año, cuando no una obra maestra. Cassandra’s dream es del primer tipo.

El director neoyorquino da toda una lección de cine negro y suspense, con algún tinte de comedia, aunque para nada justifica las risas inquietas de cierta parte de la platea ante determinadas escenas (gente simple -de todo tiene que haber- que asocia a Allen con la comedia y se encuentra incómoda si les rompen los esquemas). A destacar, y pensaba que nunca escribiría esto, la interpretación de Colin Farell, el pero sería la intérprete que hace el rol de aspirante a actriz que no me acabó de convencer.

En resumen, el filme, con innegables toques a lo Hitchcock, es espléndido, una tragedia moderna, con todas sus connotaciones, construida con un montaje y unos planos milimétricos, nada parece sobrar y arropados, como no, por un guión magnífico.

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Bayona, que es uno de los pocos directores, y también tiene mérito, conocido gracias a un corto, el divertido Mis vacaciones, realiza un buen trabajo en su debut. La factura del filme es impecable técnicamente hablando, está bien construido y domina las particularidades del género.

Ahora bien, la trama no es nada del otro mundo, es otro película más de género con los mismos tópicos, filmado, eso sí, impecablemente, pero para mí sin ningún interés y cuyas influencias se retrotraen, as usual, a Henry James y su Otra vuelta de tuerca y la espléndida Suspense de Jack Clayton (digamos que de donde Amenábar se inspiró para hacer Los otros). En cualquier caso, Bayona tiene talento para hacer grandes cosas en el futuro.

22 octubre 2007

La rosa de los vientos

Si hace unos días me lamentaba de la muerte del que consideraba el mejor periodista de este país, Carlos Llamas, hoy toca hacerlo del director del que, para mí, era el mejor programa de radio y el único verdaderamente de culto de las ondas, La rosa de los vientos de Juan Antonio Cebrián.

Una muerte que, por inesperada, es, si cabe, más dolorosa que la de Llamas, que llevaba un par de años prácticamente apartado de la radio. Cebrián conducía un programa único, capaz de conjugar la ciencia y el medio ambiente con sus celebrados pasajes de la historia y sus tertulias sobre lo desconocido. Era, en suma, un gran divulgador (palabra que prefiero a la de comunicador, tan de moda ahora), con un gran sentido del humor, que hacía más amenas las madrugadas de los fines de semana. Sobre todo, la de los domingos; nunca cerraba los ojos antes de la una, pues siempre aguardaba a oír la hermosa sintonía con que daba inicio el programa y que acababa con la canción del mismo título del programa de los míticos Burros (antecesores de El último de la fila).

Corren malos tiempos para la radio, el único medio que, salvo por algún que otro ser despreciable, todavía conserva una pureza y libertad que ha desaparecido totalmente del resto de medios (excepción hecha de Internet).

Muere Cebrián y le quitan a uno el hábito, su dosis, y le dejan vagando por la madrugada hasta que surja otro genio, otro loco que se atreva, pero los genios andan escasos.

15 octubre 2007

Escuchando a Héroes del Silencio (Estadio de la Romareda. Zaragoza)

No puedo dormir con esas lágrimas, goteando encima de mí.
No más lágrimas, Héroes del silencio

Sí amigos más de una década después de su disolución, el grupo zaragozano se ha reunido para esta mini gira a la que, por supuesto, maese Zelig no podia faltar.

El concierto, lo digo desde un principio, fue espectacular. Si ha habido una banda de rock española (con el permiso de Extremoduro y Kortatu; sigo pensando que como mejor suena el rock es en vasco) esta ha sido Héroes. No sólo aúnan canciones y talento (Valdivia es, sin duda, uno de los mejores guitarristas que ha dado la piel de toro), sino que además tienen en Bunbury a la única verdadera estrella del rock (con todas sus pegas también) que ha generado este país, sólo hay que ver imágenes de sus conciertos veinte años atrás. Otra cosa es que caiga mejor o peor y que pueda ser chulo (que lo es). Siempre defenderé a aquél que intenta tener una voz propia, a aquél que se arriesga, que no al cantante (o persona, da igual) anodino que no alza la voz. Muestra de ello, también, es el cambio de registro de su carrera en solitario, que aunque irregular, tiene discos extraordinarios como Pequeño, sin duda, uno de los mejores de los últimos años.

Volviendo al concierto, fueron dos horas y medía de alta intensidad, no faltó ninguno de sus clásico y Bunbury manejó al respetable a su antojo, la frase que cito fue uno de los momentos culminantes con la Romareda a reventar coreando la canción. Como no podía ser otra forma, y dado que esta vez no nos acompañaron los energúmenos, nuestra querida Mofletes fue quien entonó el santo y seña mayúsculo.

01 octubre 2007

Spanish bombs: ¡Birmania resiste!

Hoy va de chinos la cosa:

. La junta militar acusa a la prensa extranjera de mentir y China pide no exagerar los hechos: Resulta cuanto menos decepcionante o desesperante la pasividad internacional ante el conflicto birmano (sí uno de tantos a los que la ONU permanece ajena); como leía hoy es una lastima que no tengan petroleo. La esperanza del pueblo birmano reside en las marchas pacíficas de los monjes budista, sin más armas que sus propios cuerpos. Gandhi consiguió coon la estrategia de la no violencia la independencia de su país y el respeto internacional (no sin haber sufrido antes interminables campañas de difamación).

Si extrapolo el comportamiento de la clase sacerdotal birmana con la española, no puedo más que sentir verguenza ajena de mis congéneres, siempre del lado de los ricos (los votos de pobreza los olvidaron hace mucho), que no dudaron en ponerse al lado de los sublevados y las armas (bendiciéndolas siempre que hizo falta) y que subvencionan y fomentan la hipocresía y el odio en sus propios medios de comunicación.

Pero volviendo al tema birmano, es igual de desesperante observar la pasividad china (Birmania es hoy poco más que una nueva provincia) que mantiene en el poder a un regimen dictatorial (igual que los Estados Unidos hicieron con sudamericana durante buena parte del siglo pasado: la historia de las grandes potencias se repite) esquilmando sus recursos naturales, anexionando su salida al mar y enriqueciendo a una casta militar de la peor calaña que sume a su pueblo en la más absoluta pobreza.

Perro mundo, ¡al infierno con todos ellos!

. Logran apagar un incendio en una mina china que llevaba ardiendo 180 años: ¡Malditos chinos, son capaces de haber apagado el mismo infierno!