El espectador conoce el planteamiento de la obra desde el momento en que lee el programa: un hombre de clase acomodada, con una vida familiar esplendida, de moral intachable, se enamora de una cabra. Por tanto, el quid de la cuestión no es la historia de amor sino el conflicto familiar y personal que esto va a provocar.
Interpretada y dirigida por Josep Maria Pou, sin duda uno de los mejores actores de la escena nacional (las fronteras que las pongo cada uno allá donde quiera), la obra funciona perfectamente cuando entra en el absurdo de la relación y navega en un registro cómico, el espectador responde y las carcajadas son frecuentes en la platea. El problema viene cuando el registro cambia y los personajes intentan expresar un drama interior, entonces los recursos actorales se vuelven más pobres y el hecho de verlos llorar literalmente en el escenario no tiene una respuesta empática en el espectador, que permanece indiferente. Marta Angelat, la sufrida esposa, se convierte en una caricatura sin recursos (no es extraño que en esos momentos uno esté con Josep Maria Pou y llegue a preferir la candidez y el suave balido de la cabra), las escenas se alargan en esceso y se mantienen a flote gracias a algunas réplicas geniales, que hacen avanzar la narración con una sonrisa.
Navegar de lo cómico a lo trágico es un esfuerzo titánico porque implica llevar al espectador a los dos extremos y resultar creible en ambos es una difícil empresa. Es muy probable que si la obra cayerá más hacia el esperpento ganaría en consistencia, y eso no la haría menos real, no hay que olvidar que el esperpento no es nada más que ver la realidad a través de la imagen deformada que nos devuelve un espejo concavo o convexo. En cualquier caso, pese a estos altibajos, es un espectáculo divertido y recomendable.
04 diciembre 2005
Representando La cabra o Qui és Sylvia? (Teatre Romea)
Publicado por Zelig a las 23:51
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4 comentarios:
la obra esta, es en catalán?
es por saber si puedo llevar a mi madre, que yo voy sobrá.
Sip! pero si su madre no entiende el lemosín puede llevar el libreto original inglés y hacer la traducción simultanea. Por otro lado, las intervenciones de la cabra (sea Esperanza Aguirre o la protagonista de la obra) no precisarán comentarios.
Amigo Zelig,
Habiendo visto ya la obra me siento en condiciones de hacer un breve comentario. Advierto que yo no estoy en condiciones de hacer un análisis desde tu enfoque. Ciertamente no conozco los mecanismos de construcción de una narración tan bien como tu, amigo mutante.
Creo que el objetivo de Albee no es divertir al público. Y que las risas del público se deben más al típico desfogue nervioso de quien se siente incómodo ante la situación que presencia. El verdadero valor del texto, desde mi punto de vista, es su capacidad para cuestionar lo 'dado por descontado'. El personaje de la mujer, lejos de creer que su marido es un zoofílico, comprende la naturaleza de su amor por la cabra y actúa en consecuencia. Se critica el determinismo social y se cuestiona la ciencia psicológica. Ahí creo que reside su valor.
PD: Si quieres otro día hablamos sobre el determinismo social, la poligamia, el incesto y lo que creen algunos grupos culturales sobre la concepción. Ríete tu de la cigüeña.
Amiga S. anónima estoy con usted en la pretendida incomodidad que busca el autor, creo, no obstante, que el problema radica quizá en la interpretación (diré en descarga de los actores que vi la obra el día de su estreno y supongo les faltaría rodaje), pero ver a Josep Maria Pou llorando como una magdalenta perdiéndo de golpe la flema que lleva durante toda la obra y queriéndose reconciliar con todo el mundo a mí me choca, no es la progresión lógica del personaje. Es lo de siempre si el personaje es de una manera por capricho no puede mudar su personalidad de golpe, de la misma forma que, salvo que seas un pésimo autor, el asesino no puede ser nunca nadie que aparezca en la última hoja y que pasaba por allí.
En cualquier caso reiteró que salvo estos puntos negros me pareció un buen montaje.
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