Un caso aparte, son los taxidermistas (taxistas griegos) que cumplen a rajatabla todo lo expuesto el día anterior, ellos sí son los reyes, los putos amos, pueden conducir por donde quieran y cometer tantas infracciones como quieran, porque ¡ay, amigos! son taxistas, la raza elegida. A diferencia de los de aquí, donde de lo veloces que son uno siempre está sufriendo por si se les cala el coche, allí el límite de velocidad es el mínimo para empezar a rodar. Huelga decir que llevar el cinturón es opcional y que los asientos traseros contengan alguno es un milagro.
Otra cosa opcional es el taxímetro, teóricamente lo llevan, pero como pueden llevar una estampita de Santa Clotilde, está para hacer bonito. Lo habitual es pactar un precio antes de subir y entonces, como ya es innecesario activarlo, ni tan siquiera se enciende (y en el supuesto, siempre en el supuesto, de que lleve). Pongamos por caso, por otro lado, que usted va camino de su destino y alguien levanta la mano pidiendo un taxi y, casualmente, su dirección coincide con la suya; pues nada, para adentro, se aprietan todos un poco y se cobran dos carreras por una. Hablar por el móvil, discutir a grito pelado con la policía o atar el maletero con una cuerda son otras de las actividades permitidas por ley.
Como anécdota les contaré que en nuestra última noche, de camino al aeropuerto para regresar a casa, tomamos el habitual taxi que, además de cumplir todo lo ya expuesto, aprovechó el tramo de autopista que hay de Atenas al aeropuerto para, literalmente, volar. Como somos gente afortunada tuvimos el honor de ser parados en el único control de velocidad que debe hacerse en toda Grecia. Nos detuvieron, no en el arcén, sino en el carril derecho de la autopista y hicieron bajar a nuestro conductor que tenía pinta de albanés y de no llevar todos los papeles en regla. Éste desapareció detrás de una furgoneta de la policía, que quedaba unos metros por detrás, y allí nos quedamos, en medio de la autopista, con los coches silbando a nuestro alrededor y con un vuelo que tomar.
A los cinco minutos sin que nos dijeran nada, el tío Zelig, más chulo que un ocho, sale del coche y le indican los agentes, que aparecían y desaparecían de detrás de la furgoneta, que iba demasiado rápido el taxi y que volviera al interior del vehículo. Diez minutos después, sin tener ninguna información, decido salir nuevamente del coche a ver qué cojones pasa y un guardia joven, gordo y flatulento (más propio de una slapstick que no de un trhiller) me responde a voz en grito “Inside now!!!!!”, a lo que, como buen gallito, me mantengo impertérrito y cuando le veo venir hacia mí, tomo la precaución de entrar rápidamente en el coche no sea que acabe en comisaría. Afortunadamente, al poco rato, nuestro taxista, con una multa debajo del brazo, regresa y con un “excuse me” nos lleva al aeropuerto, donde sufrimos el habitual retraso de los low cost, pero eso, amigos, ya es otra historia.
PD: Si nunca quieren comprar una Magnum 9mm parabellum, solo tiene que acercarse al mercado del Monastiraki donde gentilmente les atenderán.
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Bien amigos, con esto acaba este exitoso coleccionable. Espero que les haya gustado y no dejen de visitar, si tienen la oportunidad, la vieja Grecia. Disfrutarán de lo lindo y tendran la oportunidad de cotejar tantas otras anécdotas que me he dejado en el tintero. Bon voyage!
16 septiembre 2008
Vacaciones 2008: Descubra Grecia desde su butaca. (Tomo 6: La idiosincrasia griega III. Taxistas, la raza elegida)
Publicado por Zelig a las 23:14
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11 comentarios:
Plas plas plas plas!!!!!
Increible...otro dia le cuento mi anécdota con el conductor de la furgo que nos llevó a Auschwitz desde Cracovia...!!!!!
Ardo en deseos...
¡Qué grandes los griegos!
Cuente sr. Lev, cuente...
Sigue habiendo una pregunta acerca del griego sin contestar.
Ya que trabaja usted en una empresa afín a los libros se podría buscar un contactillo que le publicara sus bonitas crónicas.
Sí, los taxistas... es raza allá dónde fueras. A mí siempre me acaban comiendo la olla que no veas... deben interpretar mi mirada de odio cómo un gesto de bienvenida al intercambio de impresiones...
Pues pensándolo bien, casi todo lo que dice el sr Z. sobre los taxistas podría equivaler a la inmensa mayoría de motoristas de BCN...Esos sí que creen que la calle es suya. Y sinó me creen, pasen por mi calle y aparquen su coche, a ver si luego pueden entrar en él...
Sobre Cracovia, sólo decir que en aquellos momentos sí que creía en el Papa...aunque tal vez era porque la carretera estaba toda llena de fotos suyas en los arcenes!!!
Zelig vuelve a ser el de siempre...en 2 meses no ha escrito nada!!!
fuera, fuera...!!!
que explique sus reuniones con los jefes por lo menos!!!!
OFF WITH HIS HEAD!!!!!!
Bueno queridos aquí me tienen de nuevo, no pierdan la fe, maese Zelig siempre regresa.
Querida Bronski, si hubiera algún editor dispuesto a subvencionarme viajes alrededor del globo gustoso le escribiría mis crónicas.
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