¿Puede una mujer llegar a ser la presidente de Afganistán? Esta pregunta, casi utópica, es el pilar sobre el que la joven directora iraní construye su película. Una muchacha afgana, tras la invasión americana y la caída del régimen talibán, sueña con convertirse en presidenta de su país. Pero se ha de enfrentar, obviamente, tanto a la sociedad como a su padre, un anciano fundamentalista que añora el antiguo régimen y que está decidido a abandonar Kabul, donde se están perdiendo los valores, para ir a Kandahar.
Bajo esta sencilla premisa vemos la devastación total a la que ha sido sometido el país, reducido a menos que ruinas, a escombros, un auténtico erial donde la gente subsiste en la más absoluta pobreza (las imágenes de la devastación nos recuerdan a Alemania año cero, la obra maestra de Rossellini rodada en Alemania tras el fin de la segunda guerra mundial). La muerte está presente a lo largo de todo el filme, de ahí el título, que hace referencia a los versos de Lorca en su elegía Llanto por Ignacio Sánchez Mejías, y que se repiten a lo largo de todo el metraje. La película está cargada de símbolos, las zapatillas negras que muda la protagonista en sus zapatos blancos de tacón cuando escapa de sus oraciones diarias y acude clandestinamente a la escuela; de escenas terribles, el atentado a la salida de la escuela femenina; y uno de los momentos cinematográficos más emotivos que recuerdo haber visto en los últimos años, cuando en el éxodo, tras abandonar la ciudad el padre (que también se siente incomprendido, pues sólo dialoga con su escuálido caballo) la hija y la nuera de éste con un bebe moribundo, quema la carreta, su única posesión, con la voluntad de calentar al bebé y salvarle la vida.
Un filme correcto, cuya utópica pregunta no hace falta trasladarla a países remotos, aquí mismo cuesta también imaginarla. Las lamentables declaraciones de Zaplana (¿existe hoy día un ser más despreciable en la política española?) a María Teresa Fernández de la Vega (probablemente la persona más eficaz del ejecutivo de Zapatero), demuestra que el machismo, los tópicos y la discriminación están también aquí, donde nos creemos los garantes de las libertad y miramos con condescendencia.
19 marzo 2006
Viendo A las cinco de la tarde (2003) de Samira Makhmalbaf
Publicado por Zelig a las 23:35
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11 comentarios:
Acebes es igual o peor que Zaplana...
Sip, desde luego la pugna es dura entre uno y otro, sin olvidar a pequeños adláteres como Trillo o Rajoy o la Espe.
Habló kien pudo, eh Stalin?
creo que es difícil que una peli pase de correcta para mr. zelig...
como esta no la he visto no piedo opinar. de la pareja basura no opino que es miércoles y no quiero pensar en mezquindades.
el sr zelig ve peliculas muy raras, supongo k las k ve anunciadas en el semanario "el intelectualoide en apuros"...
Querida Barb, hoy día que una película sea correcta ya es todo un logro, no obstante, y por citar sólo las últimas, recuerdo haber hablado elogiosamente de "Secretos de un matrimonio", "La pequeña Lola", "Brockeback Mountain", "Paradise Now"... revise mis cineposts, ya ve que no es tan fiero el león como lo pintan.
Querido Ariel, hace tiempo que no compro "El intelectualoide en apuros" se había vuelto demasiado "mainstream" como un vulgar "Tentaciones", pero sigo fiel a "El Jueves"
Este blog va al ralentí. Sr. Zelig,
menos asimilación y más inspiración.
k nadie vea la verdad oculta..
Apreciado Keyser aunque hemos estado unos días al ralentí, vamos a retormar el pulso de la actualidad de nuevo (regalo esta frase a cualquier infórmativo de "Antena 3", lo digo porque son los que van más justitos, que carezca de ideas).
¿Qué es "La verdad oculta"? Me suena a patético thriller de estreno, ¿no? Infórmeme querido Stalin porque en "El intelectualoide en apuros" no he visto la reseña. Yo prefiero, como no, "Agenda oculta" del maestro Loach.
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