26 marzo 2006

Viendo La pesadilla de Darwin (2004) de Hubert Sauper

Desgarrador trabajo el documental de Hubert Sauper. La pesadilla de Darwin nos muestra la cara más oculta y deleznable del capitalismo (del imperialismo cabría decir). La introducción de un pez, la perca del Nilo, en las aguas del lago Victoria, ha acabado con la fauna autóctona de la zona y ha generado a su alrededor (dado que es un exquisito manjar en Occidente) todo un entramado de corrupción y miseria humana: la prostitución, el tráfico de armas, el sida, la intransigencia de la Iglesia en el uso de anticonceptivos, la misería, el hambre (los nativos no sólo tienen prohibido cazar furtivamente el pescado que enriquece a los países europeos, sino que no pueden pagarlo y han de conformarse con las raspas y los deshechos para alimentarse), la corrupción polítca (europea y africana), etc., ofrecen un mosaíco cruel de la realidad social de Tanzania (y de tantos otros países africanos).

El documental recoge el tono feísta y explícito de los salvajes documentales italianos de los 60 y 70 como Mondo cane, pero lo que era morbo en aquellos aquí se transforma en un discurso integrado, sería amoral embellecer una realidad y un mundo que no lo es. La globalización nos trae escenas paralelas a aquel terrible documental que mostraba los niños mendigos que vivían en las estaciones de tren de Moscú, igual que aquellos escapaban de los abusos y el hambre esnifando cola, aquí los niños de Tanzania queman los deshechos de plástico que genera la industría de la perca para producir su propia droga. Para el recuerdo, la lucha, como auténticas fieras, de niños de apenas 6 o 7 años arrebatándose las sobras unos a otros y la de aquellos otros, tullidos y minusvalidos, cuyo futuro no existe.

En un momento del filme un nativo nos dice que él, al igual que mucha gente, está deseando que llegue la guerra, porque a las tropas sí que se las alimenta. Al fin, uno entiendo que haya gente que prefiera morir en el intento de cruzar el estrecho que permanecer muerto en vida en sus países de origen. Recuerdo que durante años hubo una pintada en la biblioteca de letras de mi facultad (para otro día podríamos hablar del desastre en que han caído las letras y humanidades en este país) que rezaba (y el hecho de que nadie la borrara también es sintomático) "O repartim la riquesa o repartim el patiment". El derecho a queja, por tanto, queda abolido.

3 comentarios:

Anónimo dijo...

En todo de acuerdo mr. Zelig. El documental en cuestión lo vi hace tiempo y la verdad es que indigna bastante lo que vemos que no por sabido o supuesto deja de ser menos cruel.

Anónimo dijo...

Ha pasado una semana desde q ví el documental y aún ronda por mi cabeza. Me parece tan indignante q no puedo ni explicarlo. Sentí no pena sino rabía de q eso sea una realidad tan evidente y q no "se pueda" hacer nada pq a nadie "interesa".
Luego me hacen tanta gracia esta gente q se queja de tantos inmigrantes "invadiéndonos"...
Merecido nos está "repartim el sofriment" y ojalá así se haga justicia.

Zelig dijo...

Dicen los sociólogos videntes que nos vayamos preparando para el día (lo estiman en unos diez años) en que cien millones de chinos abandonen los campos y hagan una corriente migratoria hacia occidente. Aquel día empezaremos todos a ir cortos de arroz tres delicias.