26 julio 2006

Escuchando Akim El Sikameya (30 nits)

No estuvo mal el concierto del artista argelino. Instalado en la fusión y el mestizaje, la actuación navegó entre la música árabe y andalusí. Cantando tanto en francés como en árabe, mezclaba el raí con otras formas musicales más ancestrales, eso sí con una base rítmica moderna: guitarra, bajo, batería, percusión, acompañados sólo por un laúd y un violín como notas exóticas. La propuesta no está tan alejada de la música zíngara de Goran Bregovic, por ejemplo, aunque eso sí, sin los metales que acostumbran a acompañarle, lo que demuestra que, pese a todo, siempre hay algo ancestral que nos une.

A destacar la excepcional voz del propio Akim, el cual se fue creciendo a lo largo del concierto arrastrando en la improvisación a sus propios músicos a los que fue exprimiendo de forma frenética, pero excepcional, para regocijo propio y de los asistentes.

En un momento del concierto Akim apeló a aquella arcadia mitificada que fue el Al-Ándalus de los siglos XIII y XIV, donde convivían las tres culturas monoteísticas: la judía, católica e islámica, como ejemplo de convivencia y tolerancia. Y aunque esto sea falso, es una mentira que deberíamos mantener viva.

3 comentarios:

Anónimo dijo...

Menudo es usted, ve películas que nadie ve, lee libros que nadie lee, va a conciertos a los que nadie va... Es usted un subversivo, lo sabia?

Anónimo dijo...

en que se basa usted para decir que la imagen de una convivencia pacifica de las tres culturas es falsa en al-andalus? Sabia usted que a los andalusies les importaba más bien poco la religión de sus súbditos si al fin y al cabo pagaban religiosamente y nunca mejor dicho sus obligaciones pecuniarias?? Tal vez sea esa la clave del desarrollo andalusí post año 1000...

Zelig dijo...

Querido Judah, creo que hoy día cualquier historiador le negaría esa mito del Al-Ándalus creado durante el Romanticismo, donde se imaginó, mitificó y ensalzó a la Edad Media (de la que el Al-Ándalus, obvio, fue parte importante en la Península).

No obstante, no niego que sí existió esa convivencia con matices, sostenida bajo un poder militar claro, y donde, para nada, judios y cristianos tenían el mismo estatus que los musulmanes; lógico si tenemos en cuenta que era la sociedad dominante. Mención aparte merece el esplendor cultural de la época.

Como digo en el post, pese a ser una mentira (con matices, le concedo) merece mantenerse viva.