La propuesta de Stephen Sondheim de reinterpretar los cuentos populares en un músical me parece más que atractiva (de hecho, hace unos años se puso de moda un libro, que con buen gusto regalé en su momento, títulado Cuentos infantiles políticamente correctos; donde, entre otras cosas, Caperucita tildaba de sexista al lobo por recomendarle que no fuera sola por el bosque o denunciaba la tendencia al travestismo de éste por disfrazarse de “abuelita”...). A lo que iba, que como premisa me parece muy interesante. De hecho, el musical, dividido en dos partes, empieza bastante bien: la primera parte, en la que se entrelazan varias historias, es muy amena, las voces están cuidadas y las interpretaciones son correctas (Dagoll Dagom siempre cuida mucho estas cosas). Mención aparte merece, también, la espléndida escenografía y dirección artística.
El problema llega con la segunda parte, quizá ya venga del libreto original. Al acabar la primera parte podría darse por concluido el musical y todo el mundo saldría más que satisfecho; la segunda, en cambio, narra una única historia, bastante más floja que las anteriores, y se hace más tediosa, eso deja un poso agridulce al salir del teatro. Quizá debería oír alguna canción en su idioma original, pues tampoco me pareció ninguna especialmente memorable para que la recordara al salir del teatro, aparte de la que da título a la obra. En fin, lo bueno si breve...
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El segundo Sondheim que he visto es la adaptación que ha hecho Tim Burton (anécdota: me lo crucé una vez acompañado de Vanessa Paradis, señora de Johnny Deep, atravesando el Puente Vecchio de Florencia; de hecho, tengo una foto borrosa que lo atestigua). Hace ya tiempo que Burton me deja indiferente, no es que sus propuestas de inicio no me gusten, es más cuando leo sobre sus proyectos me parecen que puede ser más que interesante, pero cuando veo los filmes siempre me quedo frío, no me acaban de convencer.
Con Sweeney Todd me ha pasado lo mismo: Deep me parece un Eduardo Manostijeras envejecido y lo mismo Bonham Carter con la princesa cadáver. El filme, siguiendo con su tónica habitual, volvió a dejarme indiferente, aunque los que sí me convencieron fueron, como no, el gran Alan Rickman y su ayudante, amén de la estupenda dirección artística.
Para el recuerdo, la cara de bobos de los adolescentes y no tan adolescentes que al empezar el filme se enteraron de que era un musical y ¡en inglés!, inenarrable.
27 febrero 2008
Representando Boscos Endins de Stephen Sondheim y viendo Sweeney Toddde Tim Burton
Publicado por Zelig a las 14:40 7 comentarios
17 febrero 2008
Cosas que escuchar un domingo cuando no estás muerto
Recuperemos los post de fantasía de antaño. Hoy hablaremos de Australia. Aunque no estoy nada atento a la onda o vanguardia musical les voy a presentar dos grupos muy interesantes de las antípodas:
Zombie Ghost Train: A estos los descubrí en una tienda de ropa de segunda mano en Dublín, estaban sonando y me acerqué amablemente a la señorita para que me diera la referencia. De su puño y letra escribió lo siguiente: "Zombie Ghost Train. Album: Glad rags + Bldybags". Creo que la canción que sonaba era ésta. Por cierto, en el anverso vienen los datos de la tienda por si nunca quieren ir (favor con favor se paga): Retro, 22 Market Arcade, South Great George's Street, Dublin:
Operator Please: A estos otros los descubrí ayer por casualidad, si fuera un cazador de tendencias (o coolhunter, para los guays) diría que este grupo lo tiene todo para comerse el mundo (el mundo de la MTV), y más allá de que esten producidos como dios manda, parece que ellos son los verdaderos artífices de la letra y la música. Tienen un aire entre los Pixies (ya saben que todo lo que me gusta me recuerda a los Pixies) y los Yeah Yeah Yeahs. La canción mola: "just a song about ping pong". Díganme la verdad no querrían tener 17 años y montar una banda como ésta:
¡Que ustedes lo bailen bien!
Publicado por Zelig a las 13:15 16 comentarios
12 febrero 2008
Representado La tortuga de Darwin de Juan Mayorga y Qui te por de la Virginia Woolf de Edward Albee
Conocida es mi admiración por Mayorga, uno de nuestros talentos contemporáneos vivos, como Vila-Matas en narrativa o Barceló en pintura, capaz de competir en lo más alto con sus colegas a nivel mundial, así que aproveché mi caída por la capital para acercarme a ver el montaje de uno de sus últimos textos en el Teatro de la Abadía
La obra parte de una idea excelente, Harriet la tortuga que Darwin estudió para elaborar la Teoría de las especies hace doscientos años sigue viva (creo que esto es cierto) y por tanto tiene una visión única para relatar lo acaecido en los últimos dos siglos. El montaje, el texto y los actores son correctos, demasiado lineal, necesitaría algún golpe de efecto, los clímax y puntos de cambio repartidos en la trama no son lo suficientemente turbadores, creo que se le podría sacar más jugo; eso sí, descata sobre todo la soberbia actuación de Carmen Machi, a la que el público aplaudió a rabiar, con standing ovation incluido.
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Partir de un buen texto ya es mucho, a pesar que tampoco pienso que Quien teme a Virginia Woolf sea un clásico. Los actores del Teatre del Sol eran voluntariosos y no dudo de su intención de agradar, pero el montaje no pasó de correcto.
El problema estaba en el tono, en la dirección actoral: cuando a las primeras de cambio ya has usado la violencia y vaciado tus pulmones y gritado todo lo que puedes gritar y más, es muy difícil volver a mantener la tensión sin ser reiterativo, que fue lo que acabó pasando
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Por tercera y última vez nos acercamos a la fiesta de Joseph, si bien se notaba ya el cansancio en los actores, perdiendo algo de frescura y cayendo a veces en el histrionismo, el resultado fue igual de agradable que las veces anteriores. Se rumorea que tal vez el montaje recale en Barcelona, quién sabe.
Publicado por Zelig a las 14:10 9 comentarios
05 febrero 2008
Viendo y leyendo Soy Leyenda de Richard Matheson, dirigida por Francis Lawrence (2007)
Pues sí, esta vez tuve la osadía de leer la novela y acto seguido irme al cine a ver el filme. Recordaba muy vagamente haber visto la versión que protagonizó Charlton Heston, aunque no fue hasta el estreno de ésta que asocié aquellas imágenes de un Los Ángeles apocalíptico (Nueva York en la nueva versión) con el libro.
La novela, pese a lo cortita que es, se mi hizo eterna, a los cuatro párrafos ya cabeceaba y deseaba que los vampiros acabaran de una vez con el superviviente. Dicho lo cual, tras ver la película la novela se me hizo buena.
La coincidencia con el título es prácticamente lo único que guardan en común. La novela tiene un cierto regusto pulp, el protagonista va eliminando vampiros de un plumazo a su paso y las vampiras tratan de seducirle mientras él busca un remedio para la epidemia. El filme en cambio no tiene nada que ver, el planteamiento inicial (que Will Smith sea uno de los causantes de la catástrofe, el perro y que sea científico) es invención de los guionistas, así como convertir a los vampiros en supervampiros hechos por ordenador. Invención es también individualizar a un par como si fueran Romeo y Julieta y convertirlo a él en el líder; así como los supervivientes que aparecen, y el final, mucho más coherente en la novela. Aparte de eso, la película es mala, reiterativa y aburrida.
En fin, con ello no digo que no entienda lo que es una adaptación, sino que me parece absurdo desvirtuar las pocas virtudes que puede tener el libro (o lo que es lo mismo, ni siquiera entenderlo), para quedarse con la anécdota y hacer un blockbuster prescindible más. Ya están advertidos.
Publicado por Zelig a las 14:15 9 comentarios