19 junio 2006

Leyendo Consejos de un discípulo de Morrison a un fanático de Joyce de Roberto Bolaño & A. G. Porta

"Bolaño abre brechas por las que habrán de circular las nuevas corrientes literarias del próximo milenio"
Enrique Vila-Matas

Qué lastima descubrir un grande entre grandes y ver como desaparece al poco tiempo (desgraciadamente, la profética frase de Vila-Matas, que también podría aplicarse a sí mismo, no me consuela). Eso fue lo que me ocurrió con Roberto Bolaño.

Llegué a él a través de esa insultante obra maestra que es Los detectives salvajes, para algunos la gran novela latinoamericana contemporánea y, sin duda, un nuevo punto de inflexión, como en su momento lo fue Cien años de soledad. No obstante, es imposible que exista un movimiento de seguidores o copiadores de Bolaño (como Isabel Allende, por ejemplo, lo fue de García Márquez), porque Bolaño es un autor isla, con una voz propia e inimitable. Uno lee un verso escrito por Lorca y lo reconoce, porque tiene una voz singular (probablemente, esto es lo más difícil en literatura), eso mismo ocurre con Bolaño, creó su propio territorio novelando su vida a través de su alter ego Arturo Belano.

Consejos de un discípulo de Morrison a un fanático de Joyce es su opera prima. Leo en el prólogo de A. Porta que durante mucho tiempo le interrogaron sobre cómo repartieron el trabajo de escritura. La respuesta es evidente, aunque él mismo la aclara, Porta hizo un primer borrador y Bolaño lo retocó de arriba abajo y le confirió su propia voz, y eso, al leerlo, uno lo percibe: el libro suena a Bolaño, participa de su territorio. Aunque Consejos es un buen libro, no llega a las cotas de algunos relatos de Llamádas telefónicas, el genial Sensini, por ejemplo, o de los Detectives.

En fin, espero ansioso que algún día alguien haga esa edición anotada de Los detectives salvajes y radiografíe todo lo que fue el infrarrealismo, estoy seguro que en unos años empezará la avalancha de estudios, documentos, etc. Como penitencia, me he autoimpuesto aparcar, hasta que mi edad cambie de decena, la lectura de su último libro (y para algunos su obra maestra) 2666. Qué mejor manera de luchar contra esa futura depresión que degustando su obra póstuma (hasta que llegue ese día leeré el resto) y, como escribió Machado en su Mairena, qué enorme vacío me quedará después sabiendo que ya no podré volver a leerlo por primera vez.

Leí en algún sitio las declaraciones de uno de los integrantes de los infrarrealistas que decía que cualquiera que se hubiera cruzado con Bolaño era susceptible de ser novelado. Afortunados sean, porque eso mismo les hará inmortales. Larga vida.

4 comentarios:

Anónimo dijo...

no he leído nada del bolaño. ha conseguido que me entren tremendas ganas, vaya que sí.

Zelig dijo...

La secta se expande...

Aquí espero sus futuros comentarios.

Anónimo dijo...

Yo también he sucumbido.

Infrarrealistas? Mi diccionario no lo recoge. Acláreme ese concepto señor Zelig.

Zelig dijo...

Con gusto Mrs. Hall respondo a su pregunta:

El infrarrealismo fue un movimiento poético que fundó Bolaño en México a finales de los 70 y que se oponía a la poesía oficial y académica que representaban, entre otros, el Nobel Octavio Paz.

En "Los detectives salvajes", entre muchas otras cosas, ficciona todo ello y recibe el nombre de real visceralismo. (Aviso para navegantes, es un libro a ratos divertísimo, nada sesudo como algunos se temen).

¡Ah!, podría hablarle horas y horas sobre el tema: sobre el malditismo que acompañó a la mayoría de ellos, sobre la figura de Mario Santiago (el Ulises Lima del libro) y protagonista junto a Arturo Belano (Bolaño) de éste, o del personaje de García Madero, cuyo referente real sigue negando ser él, etc., pero prefiero que lo descubran ustedes (además no puedo saltarme mi propia regla de los cinco minutos por post).